Horizontes del psicoanálisis es el nombre que nos dimos para resaltar la singularidad desde la cual cada uno de los participantes de nuestro espacio es reconocido.
En las antípodas de lo piramidal jerárquico o de los imperativos teóricos repetitivos, buscamos la interrogación que cada analista pueda formular desde su punto de vista.
La línea del horizonte, esa pluralidad infinita… que en su ambigüedad nos señala un punto nuclear de nuestro quehacer: el de estar en posición de analistas.
Sitio que nos implica no sólo en el marco de la transferencia, sino también en el de la transmisión: "lo que el psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo?" (Lacan).
Ponemos en cuestión no sólo la resonancia clínica de la dirección de una cura, psicoanálisis in intensión, sino también el “modo de transmisión en psicoanálisis” vale decir en el de su enseñanza como experiencia del psicoanálisis en “extensión”.
Nos reúne una posición que implica no sólo los contenidos de una enseñanza, sino fundamentalmente la posición de cada uno desde su historia, su formación, esa experiencia singular de analista o analizante que por su decir produce efectos.
Nuestro trayecto atraviesa una rica experiencia que, con las marcas por el camino recorrido y la actualización de los fructíferos intercambios, nos condujeron a fundar este nuevo espacio .
Vale decir, desde este punto de partida, cada uno construye su propio horizonte sin tener ataduras de pertenencia sino tan solo el lazo que genera cada encuentro, cada participación y cada intercambio en el que, como en todo acto, tratamos que no sea " sin consecuencias".
Este texto vale en tanto no tenga un matiz tan solo explicativo, sino también performativo. Debe ser leído como la enunciación, que instituye en el que la recibe, consecuencias.
Poner texto a esa diversidad no es tarea fácil, pero el solo nombrar la dificultad amerita la posibilidad de enlazar un espacio a la contingencia de la sorpresa.
Recuperamos el vector de “las presentaciones clínicas” como núcleo de trabajo, resignificando y ensayando nuevas morfologías que lo revitalizan en su práctica, abiertos a la participación de invitados con quienes dialogar acerca de las dificultades propias de la posición, como también de la ardua tarea de transcripción que atañe al pasaje de la experiencia discursiva de un análisis a un texto que haga su narración.
La participación de cada uno es validada por sus intervenciones más que por su pertenencia y es por ésto que se exige como única condición para estar en nuestras actividades, que haya realizado o esté en curso de un recorrido de análisis.
Invocamos a Lacan quien toma la referencia en Freud de invitar a “tutti cuanti” que manifiesten su interés por el psicoanálisis, concernidos en el ejercicio clínico de una cura o de su transmisión.